La gloriosa década de los 60

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Difícil es encontrar un armario donde falte una pieza de estilo sesentero. La estética de esa década va y vuelve y retorna de manera inevitable, siendo la hija predilecta de los diseñadores y captando portadas de revista cada vez que se asoma a las pasarelas. Algo tendrá para que nos rindamos a ella con esa devoción.

La década de los 60 estuvo marcada por unos cambios, tanto sociales como culturales que siguen vigentes hoy en día. Empezando por una estética recatada, la minifalda no tardó en invadir la industria de la indumentaria. Fue un cambio en la vida de las mujeres que aún no se ha superado por ninguna otra prenda.

Todo era nuevo en ese momento, no sólo la mini. Cambió la música, las protestas, la píldora, los hippies,… Todos los cambios de esa época estaban llenos de contradicciones y se acompañaron de una nueva manera de vestir.

La revolución empezaba por las ideas, todas valían, y aún había mucho por decir. Se fue la vergüenza y no importaba enseñar la ropa interior en el autobús. Las más atrevidas podían con el metal de los vestidos del diseñador Paco Rabanne, y las más osadas desafiaban el calor que el PVC de los diseños de Courrèges daba. Si hacía falta, una se preparaba hasta para vestir trajes espaciales.

De esta manera, esa juventud decidiría que sería joven para siempre, sin echar la vista al estilismo de las madres nunca más. Se viviría intensa y rápidamente, y así se vestiría, permitiendo la llegada del prêt-á-porter.

Quizás, lo que más marcó esa época y que la hizo tan especial fue que por primera vez la gente sentía que empezaba a responder de la manera en que veía el mundo. Nació la curiosidad por el futuro y se avivaron las esperanzas de que todo se sucediera a mejor. Y quizás es por esto, que esa moda siempre vuelve.